a las personas o a las cosas dignas de singular aprecio o estimación. Y por excelencia académica, la calidad de ideas, principios y actuaciones de quienes, como profesores o alumnos, se sitúan habitualmente por encima del simple cumplimiento material y rutinario de su deber, constituyendo ante todos un ejemplo vivo de vida coherente.
Sabemos que una persona que aspira a la excelencia no podrá realizarse nunca como tal, si en cada caso no se exige continuamente a sí misma más que a los otros. Ideario UFM
|